miércoles, junio 26, 2013

Apuntes de la Isla de Jeju

En Corea, o en esta parte por lo menos, todo o esta crudo o pica que te cagas. Comes con un litro y medio de agua del grifo añadido a la pinta de cerveza de turno. Como en los pantanos de este sitio hayan meado los monos de las montañas, dentro de unas horas estaré cagando fuego griego. Pero en el momento en que te llevas a la boca esos trocitos de verdura y pescadito bien empapados en chili del infierno, te arde tanto la boca que te beberías un puré de vísceras de abuela si no hubiera nada mas a mano. 
Me pregunto cómo será la comida de los hospitales.
La calle del hotel del vicio en el que me han metido, el paseo marítimo de la ciudad, es una fila de restaurantes con viveros de marisco y peces, toda la fachada. Todos iguales con un montón de luces y neones en plan Las Vegas del pescado. Son como 500 metros uno detrás de otro hasta un gran cruce de calles… donde hay un MacDonalds.  Ayer, segundo día, con el estómago ya del revés por el picantito, y negándome a un Big Mac, entre en uno de estos típicos sitios intentando pedir verdura insípida o una ensalada. Error. Lo que pensé que lo era acabo por ser… picantisimo.  
Pero fue curioso. En la mesa de delante un viejete con sombrero, deborándose y sorbiendo un bol de algo supercaliente, no paraba de mirarme. No sabía si era curiosidad u hostilidad o qué coño. No abundan los occidentales en Jeju. Estaba a empezando a sentirme intimidado porque además el humo de la comida le daba un toque espectral al tipo, todo serio y con la mirada clavada en mí, que parecía sacado de un mal sueño, cuando coge y le pega una voz a la camarera para que viniera a atenderme. El viejo estaba siendo cortes a costa de ser un auténtico cabrón con la muchacha. 
Después de pedir la supuesta ensalada le he agradecido con un gesto de cabeza y me ha sonreído por un segundo. Luego se ha puesto serio otra vez y ha seguido comiendo. Al rato he buscado con la mirada para pedir la cuenta. Pues vozarrón del viejo y la tía en un medio segundo a mi lado toda amable.
No se si sería el dueño o un cliente. Cuando me he marchado me ha vuelto a sonreir y me ha saludado con la mano como quien saluda a un niño.



La endogamia científica me pega tres patadas. ¿Y de que va tu charla?, pregunta un tipo de estos. De dispositivos optoelectrónicos asociados a los bio….bla bla bla, contesta otro. Ah, que interesante.
Y una polla como una olla.
¿Y cuál es su campo? La vertebración de su madre a cuatro patas. No me diga, pues tengo entendido que la microscopia de emisión fotoeléctrica ha hecho grandes avances en ese terreno. Ni que lo diga, querido amigo, en mi laboratorio hacemos imágenes 3D in situ.

De ese palo va este negocio. Doctores, eminencias y gilipollas de toda índole, color, descendencia y procedencia, haciéndose como que se comen el morro, compitiendo por quien la tiene más grande, que es en general a lo que se dedica el virus humano, desde estibadores a pensadores pasando por putas (que nos engloba a todos), médicos, curas y pescadores de bajura. El estigma que marca la jerarquía de lo que es un tipo brillante en algo, cuando es un anormal en otras muchas cosas como lo somos todos, se hace notar mucho en la historia esta del conocimiento. Cuanto más se supone que sube en un sujeto en esa supuesta escala más me da la sensación de que se demuestran miedos, carencias y prejuicios. Que no quiero generalizar como dice mi colega del Mossad pero… generalicemos, hombre, generalicemos, que es un juego muy entretenido 

Isla de Jeju




El jet lag tiene, como todo, sus pros y sus contras. Al llegar a este pedazo de Corea en mitad del mar, para mi cuerpo eran las tres o cuatro de la tarde después de un día de viaje y aquí era ya de noche. Mi sistema nervioso, cuando me he ido a dormir, ha interpretado que me estaba echando una siesta. Ahora son las cinco de la mañana, llevo rato en pie pero, hiperactivo, y ya he hecho unas cuantas cosillas.

A las ocho tengo que estar en una conferencia científica que en realidad me importa tres cojones, si no fuera por la experiencia de venir a ver como vive otra subcultura del virus humano y para hacer currículum, que no viene mal. Lo de ver paisajes nuevos pues esta bien también, digamos.

A las cuatro he abierto el ojo con la certeza de que no me volvería a dormir. He bajado a la entrada del hotel a echarme un cigarro. Iba a volver a subir a mi habitación pero el hotel/casino/casadeputasyturistas donde me han metido esta justo frente al mar y me he decidido  por cruzar la calle o paseo marítimo y caminar junto al rompeolas un ratito. Los primeros pescadores estaban tomando posiciones entre las rocas y me han saludado con pequeños movimientos de cabeza y sonrisas corteses. Creo que se preguntaban qué coño hacia un rostro pálido a las cuatro y cuarto de la mañana caminando sin estar borracho.

De hecho, no se qué mar es. ¿El mar amarillo quizá? Las fronteras entre los mares no están bien definidas. Si miras un mapa, en la zona azul del agua, los nombres de los mares casi se superponen. Si realmente tuviera la más mínima importancia estaría bien claro donde empieza un mar y donde otro, y nos mataríamos para que se llamara así o asa o que si esta ola es tuya o mía. Como la puta tierra firme, pero como hemos nacido con pulmones y no con branquias pues suerte que tienen los mares. O quizá no tanta. Hay muchos puntos de vista y alguno de Greenpeace me daría ahora una buena chapa con razón.

Ya de vuelta a la manzana del hotel me he parado en la tiendo 24 horas de la esquina.  Quería un café y me he acabado comprando una bebida de fresa, una botella de agua y un litro de zumo de melocotón.  Lo del café lo he intentado pero, ¿cómo lo explicaría? Pensamos que el mundo entero habla inglés menos nosotros, catetos descendientes de Sancho Panza y Alfredo Landa. Pues una polla. Al chaval de la tienda le he intentado explicar lo que es un café con leche, un latte, un capuccino, la leche de vaca con todos los gestos y la mímica. Creo que al final se ha hecho un poco el tonto. No parecía muy listo de fábrica o quizá tenía mucho sueño, pero seguro que se ha hecho el imbécil un poco más de sus registros habituales. Le he preguntado cómo era thank you en coreano. Me ha contestado. Lo he repetido. Se me ha olvidado. Me he marchado.
A la vuelta al hotel me he subido a la habitación para ver nacer el sol en el horizonte. Me he orientado mal y mi habitación mira al norte con lo cual lo que estoy viendo ahora mismo es bonito pero no es un amanecer propiamente dicho, de esos para echarse a llorar. Así que aquí estoy pensando en bajar a echar otro cigarro o sacar medio cuerpo fuera por la ventana para que no salte la alarma antihumos. Creo que bajare en un minito.

He hecho mi primer amigo aquí y no me refiero al tonto del culo de la tienda de la esquina. Es un judío ex ortodoxo. Me ha hablado en hebreo en el aeropuerto y cuando le he dicho que ni puta, ya en inglés me ha preguntado que si iba a la conferencia científica. Le he dicho que si y me ha comentado que vienen bastantes israelíes y que tengo cara. ¿Que tengo cara de judío? Bueno, como te diria, la napia, amigo.
Dice que no es de los ultra con barbas  y sombreros negros, que solo de chaval, que le educaron, la sinagoga, ya sabes, pero que después uno se pregunta cosas que no quiere como dogma, que la religión es una mierda. Eso si, cuando le preguntas por los árabes, jeje, ¡acabaramos! Que si educados para el odio, que si tal, que no es por generalizar, que si en esa tierra no había nada antes. Pero no le voy a quitar la caspa del hombro al colega porque yo la tengo por toneladas en eso de la basura educacional y es muy fácil señalar con el dedo la mierda del perro del de al lado mientras el nuestro se caga en mitad de la acera. Total que he conocido a un buen tipo, hemos ido a cenar, nos hemos reído, nos hemos dicho que super-requete-hiper encantados de conocernos. Que si saldremos aquí y alla, que te debo una birra. Vamos, la mierda de siempre. Por cierto que si todo el mundo me pagara las cervezas que me deben no cumplía 36.

A todo esto la isla de Jeju es una de las siete maravillas naturales del mundo o eso me han dicho.

Seguiremos