sábado, julio 28, 2012

Quiero ser olímpico


El fuego de Olimpia alumbra desde anoche el cielo de Londres.
Y el cielo del mundo
Con su luz alimenta de buenas intenciones el alma de la humanidad y el respeto entre pueblos y culturas.

… como la ONU

Hermana a los diferentes y los diferentes se miran a la cara sin diferencias.

… como el protocolo de Kioto o el partido anual entre los amigos de Ronaldo y Zidane.

Somos sensibles a la alegría y la belleza, y la ceremonia lo fue y mucho.
Me ha puesto los pelos de punta el Hey Jude de McCartney, los miles de atletas desfilando en armonía, los niños y el fuego, Mike Oldfield (tengo de fondo a todo volumen Man in the Rain), el tributo a los medallistas de ayer (que lindos viejitos), la llama en forma de flor, el mas grande Mohamed Ali (que angustia el Parkinson presente en el que “picaba como una abeja y volaba como una mariposa”), Mary Poppins bajando del cielo, los aros olímpicos naciendo de la fragua… Realmente ha sido espectacular

El virus humano se ha dado su homenaje y nos hemos dejado impregnar de él. Yo mismo me he untado el cuerpo de factor cincuenta de amor al prójimo.
Perdón la burrada oídos sensibles, pero yo anoche me hubiera dejado follar por David Beckham. Que guapo el hijoputa con ese traje bajando el Támesis en la lancha de James Bond. ¡Parecía esculpido por los mismos dioses!

Hablando de follar. ¡Lo de la villa olímpica es el mejor invento de la historia!
Cariño, me voy a ganar medallas a los juegos olímpicos. Es que la federación de tal me ha visto posibilidades y me paga quince días en una urbanización para diez mil jovencitos y bandejas de condones, “sírvase usted mismo”.
Bueno, si lo dice la federación de tal, vale, vete, pero tráeme una camiseta que ponga Mind the Gap.

En serio, que los medallistas serán cuatro y el resto hace lo que puede. Y si me ponen de vecina a una jugadora de vóley playa brasileña y a una nadadora australiana, dejo a Phelps con asma, a Bolt sin sonrisa y le hago a Lebron una mate in your face.

Volviendo al tema.  La ceremonia. Esa sensación de que me están vendiendo la burra; el sistema manipula, nos convierte en unos simplistas de la hostia, nos embauca con su capacidad para crear belleza y este show me aborrega que te cagas. Pero ya lo decía el otro día que yo compro sistema porque si no me ahogo (por lo menos de vez en cuando). Y si lo hacen tan bien como ayer, pues dos tazas de mierda con sabor a fresa.
Esto último no es cinismo ni ironía. No pasa nada si sabemos donde estamos y vemos que el paraíso es en realidad un lodazal repugnante. No puedo estar en lucha siempre (de hecho casi nunca, pero bueno) y si el día es duro, largo y doloroso, hace un calor de mil demonios, si pierdo el culo por hacer todo lo que tengo que hacer, el tren no viene, si la visa echa humo y la espalda me esta matando, ¿qué cojones hago? Llego a casa, me quedo en gayumbos, palomitas, cervecita, el mando, Beckham, la llama y la momia de la reina conservada en ginebra (esta sucesión nunca llego a pasar porque la ceremonia la he visto a trozos esta mañana, el día no fue tan duro, el tren llego a su hora y yo me deje liar hasta las tres de la mañana)

Lo más enternecedor de la ceremonia, los soldados británicos izando la Union Jack. Como en Springfield Road en los 70 y tantas otras veces.  


sábado, julio 21, 2012

Mi dueño no es débil



A mí como producto autentico y genuino del sistema me habían vendido que esto era perfecto dentro de su imperfección. Lo tienes todo, me dijeron, todo hasta el poder de decisión. Y si algo va mal dios aprieta pero no ahoga.

Me educaron viendo en el telediario niños negros con el vientre hinchado a la hora de comer (a dos carrillos).  
Me enseñaron la historia de mi cultura, mi país, mi casta y mi gente como lo más desarrollado, humano y sensible en la tierra. ¡Mira a los demás como se comportan! Bestias que conviven con la muerte, el hambre y la sangre. 
Tenía todo lo material y yo quería más y más. No se esperaba otra cosa de mí. El día de Reyes lo más importante era cuantos juguetes me habían dejado delante del belen. Contaba, abría un paquete, uno, no lo miraba apenas, abría otro, dos, y me decepcionaba pararme en el cuatro. 
Ya de adolescente, si por un momento me ahogaba la sensación de que todo era un plan para hacerme un inútil, si leía algo que exponía que donde morían los negros era el granero del que mi mama me daba de comer, si alguien cuestionaba mis valores, había algo que enseguida me empujaba a querer unos Levis, desesperarme porque la compañera de clase guapa ni me miraba, y no ver en mi futuro mas que dinero y posición a través de la ruta de estudios-trabajo-familia-hipoteca. Como mucho, me decían (o me lo decía yo a mi mismo de una u otra manera), eres joven, pega cuatro gritos, hazte por un rato de una tribu y créete librepensador y revolucionario. Yo mismo me encauzaría después en el camino para el que he sido educado. Las ovejas en este sistema se cuidan solas.

¿Ahora que? Parece que ese intocable monstruo (el aire que respiramos, el banco que cuida mi dinero, yo mismo con mis 34 años de pertenencia al rebaño, la pirámide social donde cada nivel solo mira para arriba) se tambalea y parece estar mareado, al filo de la navaja y sujetándose con las yemas de los dedos al borde del acantilado.

¡Pues yo quiero a mi monstruo de vuelta! 
¡No se hacer otra cosa que vivir siendo un inútil! 
Quiero que mi educación me vuelva a controlar, que los negros me importen un carajo y ver a los de lejos como unos barbaros. 
No quiero saber que es matrix, que los poderosos son tangibles (y que puedo reventarles la cabeza con un bate), tener puta idea de que destruyo el pulmón del mundo para alimentar a los cerdos que luego me como.
¿Por qué hay alternativas? ¡Me cago en dios! 
Quiero traer de vuelta sentirme dueño cada cuatro años.
Sensación de insatisfacción constante, ¿donde estas?
Volar como un pájaro me da vértigo (y quiero vomitar).
Quiero que mi sistema me ampare como siempre lo hizo con los de mi casta. 
¡Castas, joder, castas! Que sin ellas yo no soy lo que soy y solo se perdurar si existe la jerarquía.
Soy un burgués. Quizá en realidad un obrero. Pero miro por encima del hombro al currante y quiero que así sea.

Me da igual que mis valores sean o no los correctos. A eso se le llama supervivencia y si consiste en vivir siendo en una burbuja y como un parasito pues perfecto. ¿Que soy un clon? Me la suda. Deseo mi infelicidad, competir, sentirme menos y más que otros, admirar a hijosdeputa, querer lo que tienen los de arriba a costa de los de abajo. Odiar la sangre pero ser capaz de apretar un botón que mate a miles. 

Vivo conectado a un respirador y hago como que no. No pasa nada.

¿Tan difícil era mantener en pie el sistema?
Siempre pensé que no.
Y ahora me angustia.  

miércoles, julio 18, 2012

Miedo, cara A, cara B


El miedo tiene una doble cara como todo en esta vida. Esto, es simple, pura psicología estudiada, comprobada y en los libros. El miedo nos hace sobrevivir porque la gacela corre por miedo y, algunas veces, consigue salvarse del depredador de turno. Si no tuviera miedo plantaría cara, se pondría chula, intentaría responder a la violencia con  violencia… con terribles consecuencias para ella (tampoco le valdría la tan manida frase de, si me tocas te denuncio, ¿a quien?, ¿a  Simba?).
Los ataques de pánico son reacciones del sistema nervioso ante una situación de peligro real. El sistema simpático toma el mando y nos hace reaccionar contra ese peligro. Después de pasado este, el hermano pequeño, el sistema parasimpático dice, quita de aquí que esto me toca a mí, y rebaja esa tremenda tensión antes necesaria. Si no fuera así ese nivel de miedo nos dominaría demasiado tiempo, sin sentido, y dicho llanamente petaríamos. No hay cuerpo que aguante un ataque de pánico que se prolongara infinito.  De manual, ¿no? Si hay algún psicólogo o psicóloga en la sala que hable ahora o calle para siempre.
Así que desde este punto de vista: ¡Viva el miedo!

Pues no. Por la cara B. La que se ha ganado mala prensa con razón, esa cara oculta del miedo (por otro lado la mas conocida) si es un enemigo. Y de los poderosos. Insisto que sin Cara B no hay cara A por tanto habrá que convivir con las dos.

Hay dos palabras que últimamente estoy odiando mucho: fluir y gestión.  Dejemos lo de fluir (pero que quede claro que soy un firme activista de que si algo no fluye no pasa nada, ni nada tiene porque ir mal) pero lo de gestión o gestionar, desgraciadamente viene mucho al caso.

La gestión de la cara A del miedo no importa mucho. Salvo en raras excepciones todos haríamos puenting asegurados o nos pondríamos casco conduciendo a 300 en un circuito de velocidad. El que no o es un suicida o un gilipollas. Respetables los suicidas, que no los gilipollas.

La cara B del miedo: el miedo neurótico, el que exagera la realidad tan cerrada en la vivimos, el que nos hace sentirnos pequeños, absurdos, desarmados, desnudos y casi con ganas de llorar, o llorando. El que viene de querernos poco (¿os dais cuenta de que la gente que vive en más armonía con la vida tiene menos miedo o lo gestiona mejor?). Entonces, démosle la vuelta. Si me quiero más como base de todo razonamiento (sensato o neurótico),  no es que no vaya a sentir miedo, es que lo afrontare mejor, con mas armas, mas grande y fuerte, quizá hasta con mas inteligencia y siendo mucho mejor estratega en la batalla.



Llevaba tres días que desde la irracionalidad el miedo me dominaba, llevándome a sentirme sin control sobre mi vida, sin asideros a los que agarrarme (en realidad claro que los había pero no los veía), falto de energía.
Y aquí entra la gestión (maldita palabra, hostia, la ves por todas partes, casi anunciada en cada esquina, pero es que no encuentro otro símil de tan interiorizada que la tengo). Pues la gestión ha sido mala. Mala de cojones. He soltado mierda, con lenguaje de serpiente, justo a quien no debía, he machacado con mi retorica de mierda y mi mal proceder a la persona que no se lo merecía (en realidad se merece que le de mi apoyo y la fuerza cuando no la tenga, y cariño y decirle, gracias, joder, gracias, ni en mis mejores sueños pensaba verte así). Pero el miedo ha dominado y no el quererme no ha venido a verme estos dias.

Me he preguntado esta mañana, ¿Por qué no te has querido más estos días? He encontrado dos razones. El miedo ha sido desde el principio dueño y señor, ocultado en la  tristeza y  en el dejarse llevar. He estado flojito y no se sido capaz de dar un paso atrás para ver con mas claridad y coger aire. Y dos: quede claro que ciertos miedos, muchísimos en realidad, que aunque irracionales son perfectamente humanos. Es de lo que hablo, de lo que me ha pasado. Por tanto pueden que sean idas de olla pero se merecen la empatía de quien esta ahi (porque a todos nos puede pasar, y que coño, nos pasa) y eso tampoco lo he tenido de principio.

Lo cual no es malo de por si. ¡No! Una de las conversaciones mas lindas y reconfortantes (puede que duela) es aquella en la que explicas un sentimiento, un miedo, que te aleja y pone triste y la otra persona, que no lo veía, llega a verlo y  acaba entendiéndote (aunque sea parcialmente) y la charla con un abrazo.
Puede que ocurra lo contrario, que ese sentimiento irracional no sea tan humano, aunque lo querías ver así, y la otra persona te razona tu error hasta que eres consciente de él, que es mayor del que creías de inicio. Y entonces si todo es como tiene que ser entre estos dos seres humanos, vuelve a surgir el abrazo, la cercanía.
Pero para que toda esta conversación se produzca de esta manera, como no, hay premisas: las mutuas ganas de entenderse y, por supuesto, el cariño.
Que lo hay.

sábado, julio 07, 2012

San Petersburgo, la vuelta


En el caótico aeropuerto de San Petersburgo, esperando la vuelta a casa, sin mas botín que unas cuantas ideítas borrosas, una pila de anécdotas, cansancio como si me hubieran dado una paliza y con una picadura de mosquito en la cara que parezco con tres pómulos. Ese avión hay que cogerlo, me han dicho, vía Zurich a Barcelona. ¡Señor, si señor!  ¡A sus ordenes, como siempre, señor!

La terminal es para vuelos domésticos habilitada para todos los vuelos internacionales que entran y salen de la segunda ciudad del país más grande del mundo. Un hall de facturación de mierda, te mueves con la marea y si tienes suerte acabas en la cola que te toca. Una oportunidad entre quince. Seré un burgués pero para una ciudad de seis millones de tíos y otros tantos turistas en verano me parece poco. Uno esta acostumbrado (quizá mal) a que le manden al mostrador 254 o así. El gas ruso no ha llegado hasta aquí.

Al final acabo delante de una tía de uniforme que se supone que informa de algo. ¿Swiss airlines? Where you going?. Zurich. The screens. Tu puta madre, the screens are not working. The screens. Thanks a lot. Your welcome.

Al final, parece que mi mostrador es el 7. Me siento en el suelo a esperar a que abran, porque ahora toca un vuelo a Samara.
¿Samara? Capital de la republica de algo.
Por la cara de aburrida que tiene la tipa del check in, que ni mira los pasaportes, igual hasta consigo una tarjeta de embarque a mitad de ninguna parte.
Tentador, jodidamente tentador. El planazo seria no dar señales de vida hasta que el 9 de Agosto tenga que pillar un vuelo a Cuba desde el Prat. Vuelvo a BCN el 8, lavadoras y rollos, y a beber ron al caribe. ¿A que mola? ¡Pisar Europa solo para poner el programa rapido e irse otra vez!
Más opciones, ummmm, Niza ni de coña, Copenhagen paso. Donetsch, el Shaktar, demasiado cerca. Baku. Creo que de ahí es Kasparov. ¡Eso! Antalya. ¿Dónde esta eso? Como el planeta Tagoda.
En fin, me voy al mostrador siete a ser un buen soldado y acatar ordenas sin preguntar.

Los aeropuertos de hoy en día parecen mataderos. Una opinión repugnante: antes viajaba poca gente, caro y por tanto casi elitista; ahora con la proletarización de los viajes a todas partes por poca pasta, somos todos ryanair style carnaza barata. Lo mismo que con la revolución soviética: cuando la vertiente exclusivamente obrera liderada por  Stalin cogió las riendas del movimiento apartando a los intelectuales de izquierda, ya vimos lo que paso. Los obreros nunca han sido de fiar. Son demasiado impulsivos y fácilmente manipulables. Mejor dirigirlos que dejar que dirijan. Cuando llevan una tarjeta de embarque para un vuelo a Barcelona o Malta, creen estar en otro nivel (¡me voy a ver mundo!)  y sonríen mientras un agente de aduanas les mete un dedo por el culo por si llevan un gramito de hachís. Toda una declaración de  principios y de derechos humanos. Sinceramente, tenemos lo que nos

La vida te depara sorpresas agradables muy simples. Cuando esperas encontrarte en el control de pasaportes uno más de esos armarios de tres puertas uniformados o la enésima lanzadora de disco rusa, aparece ante ti una militar morena de ojos verdes increíble. Muchos galones y cara de mala leche. Situación de peli guarra pero yo no tengo 30 cm. Le intento decir con mi sonrisa de tío guay que llevo un gramito en el culito y que si quiere registrar, no problem. Mira el pasaporte, lo pasa por los escanear y esta atenta al ordenador. Como no quito mi mirada sucia acaba por levantar la suya. La clava en mi pero sigue seria. Pero el mensaje ha llegado. Pone los sellos oportunos y me da el pasaporte. Lo cojo pero aguanto un segundo más. Mis ojos, los suyos. Esbozo una sonrisa franca… ella también. Con la cabeza me indica mucho mas amable que al principio que pase. Sigue sonriendo.
Estas simples batallitas reconfortan el ego. Esa sonrisa es mas muesca en el revolver que la mitad de los polvos de mi vida.

Y he salido de Rusia como es debido.

Ya en Zurich, para el transfer y en hora en media en casa. Despegaremos, pasaremos por encima del impresionante Montblanc y las cumbres nevadas de los Alpes (vista impresionante, me emociono como un niño), un trozo de mar después y ya esta. Recuerdo lo que escribí durante el despegue a la ida. Iba sobre mí y las pequeñas cosas que a uno le gustaría distinguir sobrevolando Barcelona y casi tener la capacidad de saltar del avión y hacer alguna de ellas para no echarlas de menos.  Ahora escribiría también sobre mi y las pequeñas cosas ahí abajo pero bastante distinto. Aquello me suena tan lejano y absurdo.

Besos a todos  

martes, julio 03, 2012

San Petersburgo, mencion aparte



Ya se, ya se, Patxi es un exagerado con todo, no te creas ni la mitad, teatrero, bla, bla, bla... Cuando mencionaba las cosas que son todavía muy comunistas en San Petersburgo, probablemente el sentir del lector era de, no será para tanto. Pues veréis,  he visitado el otro laboratorio del grupo y al llegar a la edificio, tachannnnn, la hoz y el martillo. Como es debido si señor.  En la foto se puede ver que no es precisamente pequeña, ni esta ni de coña en un sitio discreto. Enorme y en el puto centro, para que vean de donde venimos y no tener puta idea de adonde vamos (eso ni los de aquí ni tampoco los de allá).

Empecemos por el principio. Los edificios del Institutos son, siendo suaves, lúgubres y muy antiguos. Hablando entre nosotros, dan miedo. Eso si, como todo aquí, funcional de cojones. Pocas ventanas, corredores larguísimos con puertas todas iguales una detrás de otra muy juntas (me equivoco siempre de despacho)  todo iluminado con fluorescentes, pasillos, despachos, laboratorios, baños decadentes. Bueno no, los baños no. Son más modernos. No meas en un pozo negro ni cagas en una letrina. Son meaderos típicos de pared y váteres normales.  La pintura de la pared es a trozos cuando no esta empapelado de flores (¡el baño esta alicatado!) y por los muebles de épocas variadas y remotas sacarían una pasta en un mercadillo de antigüedades. Demasiado heavy para un europeíto que cuando se le ha roto algo siempre le han comprado la nueva  versión.
Es decir, que lo digo en plan halago y admiración hacia esta gente que se han buscado las habichuelas de una forma admirable. El laboratorio que he visitado tenia un equipo que no voy a explicar, pero que consiste en miles de válvulas y tubos interconectados, fuentes de alimentación, dispositivos electrónicos, equipos de ultra alto vacío, ordenadores varios, sistemas de medida superprecisos. ¡Y todo hecho a mano! Desde una pequeña placa electrónica (las tenia por docenas) hasta el ensamblaje general. ¡Brutal! Y como dije el otro día trabajan de diez u once a las seis o siete. Es genial.


Hablando de baños, cambia uno de país, y por tanto de costumbres alimentaria, de horarios y rutinas, de agua, y hala, a cagar blandito. Sin motivo aparente. Como la comida normal de aquí, se puede beber del grifo, mi consumo de birra ha disminuido mucho, pero no hay manera. Desde el segundo día, los garbanzos con hilo. Me informare si la consistencia de la mierda de la población rusa es esta.

El tema cervezas, o de cubatas mas bien. Uno se siente gilipollas cuando, estando en casa, en BCN, en Madrid, en Dublín (joder, o soy rico o un apátrida), se levanta después de una noche de farra, abre la cartera y ve que se ha gastado ochenta euros. ¿Pero cuando yo saque la tarjeta? Y tal.
Uno es mucho mas gilipollas si sabiendo que la moneda esta devaluada, se levanta al día siguiente, mira el monedero, y con dolor de cabeza se pone a calcular cuanto son 3500 rublos. ¡Hostia puta! Claro, tú estabas ahí, tan a gustito que diría la canción y a tomar por culo, ¿que son 500, que son 1000, que son 1500 rublos? Nada, una miseria. Hasta que tu yo sensato y resacoso hace la cuenta y ves el tremendo error. ¿Pero Rusia no era tan barata? Entonces buscando motivos para ser optimista, te das cuenta de que no te has traído ibuprofenos/mano de santo. Y te cagas en dios.

Una peli de espías. O yo estoy fatal o esta gente habla de mí. El ya no tan entrañable abuelo Sokolov le ha pasado la bibliografía que le di a un postdoc para que la entienda, que el como jefe esta muy liado. El chaval me ha venido con una lista de preguntas interminables, pero que sonaban a que en serio quieren colaborar y me querrían aquí (yo creo que mi jefe va a decir que que se busquen a otra puta que esta mía). No me esta sonando tan mal lo de pasar un par de meses en San Petersburgo.
Fuera de coña, estoy a gusto. Tengo tiempo para mí como hace mucho que no tenía. O por lo menos un tipo de tiempo bastante sano por estar alejado de la rutina. El Angulo y la distancia son claves, dicen. Leo, escribo y muchas mas pequeñas cosas que casi se me habían olvidado. E importantes enfoques de uno mismo.  Puede que escriba de esta forma… no se como decirlo, irónica-depresiva. Pero este exilio forzado corto viene, como dicen por ahí, de perlas.
Con lo cual, mi ritmo aquí es mucho menor que el que llevo en casa. Al mismo ritmo aprendo ruso. Spashiba es gracias, Dobroye utro es buenos días, Sgushchenoye moloko es leche condensada.

Actualizacion- Mi jefe esta dispuesto a compartir a su puta. ¡Tengo miedo!

San Petersburg, una nueva era


¿Que se trae mi querido profesor Sokolov entre manos? Va de meeting en meeting, entra y sale a su ritmo pero sin parar. Pensé que pasaba de mí, pero de vez en cuando me dice algo, luego nos vemos, luego hablamos, como si tuviera en mente algo.
Asoma la cabeza por la puerta. Me dice, quieres un te verde. Claro, un te verde, Nikolai, me ha leído la mente. Pasa a mi despacho, hablemos, dice. Y ahí voy. Me pregunta que si el hotel es cómodo. Mucho. Que que he hecho el fin de semana. Turismo. Y yendo al grano, que a que me dedico exactamente, que cuales son mis experimentos. Y  yo más que humilde como si esto no fuera trabajo le explico. ¿Cómo no voy a hacerlo así? Si parece Vito Corleone jugando con su nieto entre los naranjos antes de morir.
Mira, sonríe, piensa y acaba diciendo que el proyecto tiene un dinero que se puede invertir en estancias fuera, y que igual si yo estoy interesado en venirme una temporada, pero claro, que mi jefe, además, dame bibliografía de lo que haces para que yo me entere bien, bueno, bueno, no te preocupes, luego hablamos, que ahora tengo que hablar con un colega, estas cosas ya sabes, pero piensa, una posibilidad, perdona, tengo una cosa en mente, ya te comentare.
Nikolai, querido, me has acojonado. Una cosa es  tenerte como abuelito y otra muy distinta como jefe.

Mi objetivo ahora es la playa al pie de la fortaleza de Pedro y Pablo en la zona de Petrogrado. Este barrio es un conjunto de islas al otro lado del rio, el inmenso Neva, frente a los palacios que forman el Ermitage. Para llegar a la fortaleza  tengo que cruzar dos puentes que te dan una vista preciosa de la ciudad (tan preciosa como cualquier otra vista desde cualquier puente en cualquier ciudad con rio grande).
Manadas de turistas cruzan conmigo el segundo puente para entrar a la fortaleza.  Pasar la muralla es gratis pero mas allá en la esplanada central  las colas son kilométricas para entrar en las dos iglesias centro del complejo (No se cual es la de Pedro ni cual la de Pablo. De hecho no se quien es Pablo; Pedro será el Grande, digo yo). Son dos construcciones no muy grandes, coloridas, acabadas en cúpulas doradas rematadas por cruces altísimas que compiten entre ellas. El fuerte es mucho más grande, con calles y viviendas, más iglesias, murallas y murallitas, y después de un rato de paseo llego a playa. Playita mas bien. La han puesto en un sitio estratégico (es artificial me imagino) y domina desde el norte del rio todo el centro de la ciudad. Ves palacios, puentes, el skyline de San Petersburgo con sus cúpulas sobresaliendo. Abrumador. Mas si no te puedes volver a nadie y decir, abrumador. Hace una buena temperatura así que fuera zapatos y camiseta.     

Una pequeña rectificación sobre alfas y épsilons. Alfas ellas hay para no levantar la cabeza del suelo. Alfas ellos, son bastante escasos. La pareja alfa ella-épsilon él es la mas habitual. La pareja épsilon ella-épsilon el puede que lo sea aun mas, pero ¿a quien le importa? 
Probablemente las rusas no tienen el mismo sentido de la belleza que yo.

domingo, julio 01, 2012

San Petersburgo, El Ermitage



Estoy en un momento de mi vida en el que no quiero que me impongan nada. Me siento fatal si hago cosas que no me apetece hacer. Mucho más que antes. Además aquí en San Petersburgo estoy solo, y solo hare lo que los profesores Sokolov y Gastev me digan (dentro de unos limites). Al resto del mundo, estos días, que le den por el culo. Con cariño. Sin acritud.

Pero hay algo que en este sentido me hace sentir mal. Un algo inevitable, con una presencia abrumadora, poderosa, de la que todos hablan y por la que todos preguntan.
El Ermitage. El puto Ermitage.
(lo habia escrto mal en posts anteriores)
Si paseas por el centro de San Petersburgo es imposible no ir a parar de una forma u otra al Ermitage. Es el jodido ojo. Lo domina todo. El palacio de invierno, que forma parte de él, lo ha devorado o se han hecho uno, es el final de todas las rutas, el centro de un torbellino en el que no te das cuenta de que has caído hasta que por cuarta o quinta vez te encuentras como por casualidad con la mole zarista.

Pero digo que me hace sentir mal. Si voy, hare lo que se supone que debo, tragando con las colas, la marabunta y los horribles estereotipos turísticos (lo se, voy de intelectual sobrado con pinta de mochilero) y acabare viendo un 10% de las entrañas de la bestia. Si no voy, no puedo volver a mirar a la cara a mi madre ni llamarme persona. ¿Qué has estado en San Petersburgo y no has ido al Ermitage? ¡Caigan sobre ti todas las desdichas, animal!

Solución: He cogido un café y me he venido frente al ogro (en realidad no frente porque todos los edificios que me rodean forman parte de él) a negociar un tratado de no agresión. El típico, tú no me tocas los cojones a mí y yo no te los toco a ti. Entrare a ver tus maravillas si y solo si me apetece sinceramente. Sin presión. Ya sé que todo esta de tu parte. Todos son tus aliados. Me traiciona hasta mi propia guía Lonely Planet.
¡Cuidado gran señor! No se equivoque. Me encantaría recorrerlo y admirar las bellezas que esconde. Pero sin coacción. Por ejemplo, los lunes cuando cierra y le asean y le ponen guapo para el resto de la semanal. En esa situación, prácticamente vacío y sin aduladores por doquier, se convierte, señor, en el más terrible seductor y daría lo que fuera por recorrer sus salas y pasillos y rendirle pleitesía. Así que, entiéndame, no es usted en si mismo, es lo que representa y lo que crea a su alrededor. Mire, es como la belleza más impresionante de la discoteca. El problema es que todo el mundo la señala y tiene un enjambre de babosos dispuestos a dejar la tarjeta de crédito canina por llevársela al catre. Entiende el paralelismo, ¿verdad señor?
(Todo este absurdo speech es para quedar a buenas con el. No se puede estar en San Petersburgo y llevarte mal con el Ermitage, como no podías ponerte tonto con Stalin en los años 30. Ya sabes donde acabas)
Parece que por ahora acepta la propuesta y me deja ir. Por ahora. Me levanto, cojo la mochila y salgo dirección norte hacia la isla de Vasilievsky... sabiendo que solo he ganado tiempo y  que acabare visitando el Ermitage