El
tren de Sants al aeropuerto huele a mala hostia. Parece mentira que eso ocurra
en verano, ¿verdad? La mayoría de la gente va hacia el descanso, la aventura,
las vacaciones, el descubrir. Debería inspirar por lo menos sonrisas dibujadas
y una sensación de lugar en el que se va soltando el aire de los pulmones y con
él el peso acumulado a lo largo del año. Pues no. Aquí hay una carga de
irascibilidad y mal rollo que te cagas.
El
niño tocapelotas haciendo uso de derecho a tocar las pelotas como buen chaval,
recibe los gritos de la histérica de su madre y esta las miradas de cállate estúpida
del marido. La pareja de aquí al lado se hablan en monosílabos como dardos y se
van a Tailandia/Mallorca junticos porque si no con quien coño. La señora que
tengo justo enfrente pone mala cara porque mi maleta le roza la rodilla y me
mira como si ella fuera la manager de un guardamuebles y yo un idiota. ¿Dónde quiere
que la ponga, hija de la gran puta? El tren va hasta arriba. Además se ha recién
recortado el flequillo en línea recta para perfilar aún más la cara de asquerosa
que tiene.
No todo
el mundo es así y hay también alegría aquí dentro y se nota pero me encanta lo
de generalizar. Además de que el buen rollo va por barrios y yo no me estoy yendo
de vacaciones ni estoy aquí por gusto.
Llego a
Berlin y seguimos desmontando arquetipos. ¿Alemania igual a eficiencia? El
aeropuerto es un colapso de la hostia y probablemente en eso los equivocados
somos los españoles que creemos que tienen que tienen que ser futuristas e
inmensos, a la par que inútiles. Aquí aprovechan el mínimo espacio para montar
un pasillo de mamparas. Pero lo que no es normal es que las maletas tarden en
aparecer media hora de reloj… y que después de otra media hora seamos, no uno,
sino cuatro los gilipollas a los que nos han perdido el equipaje. Es
Barcelona-Berlin, no Barcelona-Chicago- Singapur-Berlin. Y es Lufthansa y no Trinidad
y Tobago Airlines. Entre encontrar la oficina, rellenar papeleo, recoger el kit
de supervivencia que te da Lufthansa en estos casos, enterarme de como cruzar
Berlin hasta mi destino y encontrar el bus que me saca de la terminal han
pasado dos horas y media. No es broma. Se que soy un poco exagerado en general pero
esto no es broma. Es Alemania.
Ahora
me relajo y disfruto de un viaje atravesando Berlin de norte a sur. Después de
varios trenes por abajo y por arriba llego al que será mi centro de vida
durante la próxima semana. Un bosque en apariencia. Un complejo empresarial/universitario/industrial/científico
la mar de idílico y ultra tecnológico. Edificios megamodernos entre árboles,
gente en bici, uniformidad… y la sensación de sociedad de clones. El centro de
Berlin es decadente, humano y con ese toque de imperfección tan maravilloso. O
así lo recuerdo yo. Este sitio no. Es lo contrario. Otro paso mas para que la ciencia la hagan otros.