martes, julio 09, 2013

BERLIN. EN EL CAMINO II

El tren de Sants al aeropuerto huele a mala hostia. Parece mentira que eso ocurra en verano, ¿verdad? La mayoría de la gente va hacia el descanso, la aventura, las vacaciones, el descubrir. Debería inspirar por lo menos sonrisas dibujadas y una sensación de lugar en el que se va soltando el aire de los pulmones y con él el peso acumulado a lo largo del año. Pues no. Aquí hay una carga de irascibilidad y mal rollo que te cagas.
El niño tocapelotas haciendo uso de derecho a tocar las pelotas como buen chaval, recibe los gritos de la histérica de su madre y esta las miradas de cállate estúpida del marido. La pareja de aquí al lado se hablan en monosílabos como dardos y se van a Tailandia/Mallorca junticos porque si no con quien coño. La señora que tengo justo enfrente pone mala cara porque mi maleta le roza la rodilla y me mira como si ella fuera la manager de un guardamuebles y yo un idiota. ¿Dónde quiere que la ponga, hija de la gran puta? El tren va hasta arriba. Además se ha recién recortado el flequillo en línea recta para perfilar aún más la cara de asquerosa que tiene.

No todo el mundo es así y hay también alegría aquí dentro y se nota pero me encanta lo de generalizar. Además de que el buen rollo va por barrios y yo no me estoy yendo de vacaciones ni estoy aquí por gusto.

Llego a Berlin y seguimos desmontando arquetipos. ¿Alemania igual a eficiencia? El aeropuerto es un colapso de la hostia y probablemente en eso los equivocados somos los españoles que creemos que tienen que tienen que ser futuristas e inmensos, a la par que inútiles. Aquí aprovechan el mínimo espacio para montar un pasillo de mamparas. Pero lo que no es normal es que las maletas tarden en aparecer media hora de reloj… y que después de otra media hora seamos, no uno, sino cuatro los gilipollas a los que nos han perdido el equipaje. Es Barcelona-Berlin, no Barcelona-Chicago- Singapur-Berlin. Y es Lufthansa y no Trinidad y Tobago Airlines. Entre encontrar la oficina, rellenar papeleo, recoger el kit de supervivencia que te da Lufthansa en estos casos, enterarme de como cruzar Berlin hasta mi destino y encontrar el bus que me saca de la terminal han pasado dos horas y media. No es broma. Se que soy un poco exagerado en general pero esto no es broma. Es Alemania.

Ahora me relajo y disfruto de un viaje atravesando Berlin de norte a sur. Después de varios trenes por abajo y por arriba llego al que será mi centro de vida durante la próxima semana. Un bosque en apariencia. Un complejo empresarial/universitario/industrial/científico la mar de idílico y ultra tecnológico. Edificios megamodernos entre árboles, gente en bici, uniformidad… y la sensación de sociedad de clones. El centro de Berlin es decadente, humano y con ese toque de imperfección tan maravilloso. O así lo recuerdo yo. Este sitio no. Es lo contrario. Otro paso mas para que la ciencia la hagan otros.

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