sábado, junio 30, 2012

San Petersburgo, dias varios


Hay muchas personas dentro de cada ser humano. Un ejercicio de psicología: sentar a tu yo, por ejemplo, social y dicharachero en un sofá y en el de enfrente al yo tímido, autocritico e inseguro. ¿Que le diría el uno al otro? ¿Por qué uno se impone en ciertas situaciones y el otro en otras? ¿Qué explicaciones se darían mutuamente? 
En otro asiento debemos de poner a un tercer tipo de yo. El que acepta a los otros dos, les quiere, modera y hace las preguntas. Las que van saliendo y que uno tiene que hacerse. Esta tercera parte de uno mismo (imaginemos una habitación con los tres, digamos, patxis) debe tomar la distancia emocional adecuada sobre los otros, de tal manera que desempeñe el papel que debe. Por supuesto, al estar viendo partes contrapuestas de si mismo que no son bonitas, tiene todo el derecho a sufrir. De hecho sufrirá y le dolerá lo que ve. Puede que mucho, puede que hasta llore. Pero si lo hace bien se repondrá o tendrá la suficiente entereza como para seguir desempeñando su rol. Tiene que mediar entre opuestos, el extrovertido y el miedoso, e incidir en las preguntas, no solo para que se entiendan, sino para que se entiendan y aun mas, para que se quieran.
Es un trabajo difícil, sin duda.


Estoy en el barrio de Dostoievski, en Semaya, en los jardines de Yusupov, sentado en un césped. Como pasa siempre en los países del norte, cuando la temperatura sube de quince grados y brilla el sol, los parques se llenan. Se llenan de alegría. 
Dos palacios dominan los jardines y en medio un lago rodeado de flores de diferentes colores. Por aquí paseaban los personajes del gran Fiodor. Me inspira tranquilidad.

Imaginaros ahora que en los sofás están sentados los extremos de, digamos otro Patxi, o quizá el mismo Patxi. Son, el que se deja llevar por el amor hasta el punto de vaciarse de energía, dejar de lado sus principios y estar dispuesto a aceptar demasiado, versus, el contrario, que como no, busca el polo opuesto, tampoco bueno; un amor tan sano, tan solido, con tan buenos cimientos y seguridad que lo convierte en un ideal imposible. El personaje moderador vuelve a estar ahí, desarrollando exactamente el mismo papel (con matices). El trabajo en esencia es el mismo, el ejercicio por tanto es el mismo. 

Me paro delante de la casa de Rodion Roskolnikov, en la calle “S…” que diría Dostoievski. Es  una calle pobre, de residentes obreros y los edificios hormigueros destartalados, incluso el del protagonista de Crimen y Castigo. Los jardines, a lo largo de la calle, están mal cuidados, el césped sin cortar y botellas y basura todo alrededor. No hay mostrar por mostrar. En esta barriada se sobrevive.
A pesar de todo no puedo quitar la vista del ático donde vivió la mente del genio. Casi puedo ver al torturado Roskolnikov asesinando a la anciana usurera bajo la luz tenue de hace mas de un siglo, entre la miseria y la mugre. 

Lo bueno de irte de viaje de esta manera, solo, con mucho tiempo para ti mismo, es que los tres yos toman una nueva dimensión. Los dos primeros, de por si viscerales en su antagonismo, se vuelven mas extremos, llegando incluso a un enfrentamiento violento. Esto le duele mucho al moderador pero este a su vez esta en un nivel distinto: abarca más, ve mejor, el ángulo es más grande pero sigue viendo cada pequeño detalle.                                                                                           
Tomando como ejemplo a los patxis amoroso-debilucho y el amoroso-idealista, el tercer yo puede dirigir la batalla de tal manera que el idealista, tras mucho trabajo, vea ridículo su ideal, y el negativo vacío de energía se cargue un poco las pilas, de tal manera que se hagan un uno solo mas fuerte y consciente de si mismo, un solo yo, que diga, por ejemplo, daré el 100% de mi si y solo si se cumplen unos mínimos, unos principios que para mi son básicos y que me hacen mejor persona.
Incluso un paso mas allá llega casi por inercia, tarde mas o menos, y es decidir si lo que vives en ese momento dado cumple con esa premisa final o no. Es más que posible que si se necesita de semejante ejercicio la respuesta sea bastante obvia.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Maji...digo yo, mejor un equilibrio entre intentar conocer y entender los diferentes Patxis y..mejor, no querer entender tanto, simplemente aceptar y fluir...flow flow y mucho ánimo a ese Patxi moderador.

Y ese libro?? ; )