El miedo tiene una doble cara como todo en esta vida. Esto,
es simple, pura psicología estudiada, comprobada y en los libros. El miedo nos
hace sobrevivir porque la gacela corre por miedo y, algunas veces, consigue salvarse
del depredador de turno. Si no tuviera miedo plantaría cara, se pondría chula, intentaría
responder a la violencia con violencia…
con terribles consecuencias para ella (tampoco le valdría la tan manida frase
de, si me tocas te denuncio, ¿a quien?, ¿a Simba?).
Los ataques de pánico son reacciones del sistema nervioso
ante una situación de peligro real. El sistema simpático toma el mando y nos
hace reaccionar contra ese peligro. Después de pasado este, el hermano pequeño,
el sistema parasimpático dice, quita de aquí que esto me toca a mí, y rebaja esa
tremenda tensión antes necesaria. Si no fuera así ese nivel de miedo nos dominaría
demasiado tiempo, sin sentido, y dicho
llanamente petaríamos. No hay cuerpo que aguante un ataque de pánico que se prolongara
infinito. De manual, ¿no? Si hay algún psicólogo
o psicóloga en la sala que hable ahora o calle para siempre.
Así que desde este punto de vista: ¡Viva el miedo!
Pues no. Por la cara B. La que se ha ganado mala prensa con razón,
esa cara oculta del miedo (por otro lado la mas conocida) si es un enemigo. Y
de los poderosos. Insisto que sin Cara B no hay cara A por tanto habrá que
convivir con las dos.
Hay dos palabras que últimamente estoy odiando mucho: fluir
y gestión. Dejemos lo de fluir (pero que
quede claro que soy un firme activista de que si algo no fluye no pasa nada, ni
nada tiene porque ir mal) pero lo de gestión o gestionar, desgraciadamente
viene mucho al caso.
La gestión de la cara A del miedo no importa mucho. Salvo en
raras excepciones todos haríamos puenting asegurados o nos pondríamos casco
conduciendo a 300 en un circuito de velocidad. El que no o es un suicida o un
gilipollas. Respetables los suicidas, que no los gilipollas.
La cara B del miedo: el miedo neurótico, el que exagera la
realidad tan cerrada en la vivimos, el que nos hace sentirnos
pequeños, absurdos, desarmados, desnudos y casi con ganas de llorar, o llorando. El que
viene de querernos poco (¿os dais cuenta de que la gente que vive en más armonía
con la vida tiene menos miedo o lo gestiona mejor?). Entonces, démosle la
vuelta. Si me quiero más como base de todo razonamiento (sensato o neurótico), no es que no vaya a sentir miedo, es que lo
afrontare mejor, con mas armas, mas grande y fuerte, quizá hasta con mas
inteligencia y siendo mucho mejor estratega en la batalla.
Llevaba tres días que desde la irracionalidad el miedo me
dominaba, llevándome a sentirme sin control sobre mi vida, sin asideros a los
que agarrarme (en realidad claro que los había pero no los veía), falto de
energía.
Y aquí entra la gestión (maldita palabra, hostia, la ves por
todas partes, casi anunciada en cada esquina, pero es que no encuentro otro símil
de tan interiorizada que la tengo). Pues la gestión ha sido mala. Mala de
cojones. He soltado mierda, con lenguaje de serpiente, justo a quien no debía,
he machacado con mi retorica de mierda y mi mal proceder a la persona que no se
lo merecía (en realidad se merece que le de mi apoyo y la fuerza cuando no la
tenga, y cariño y decirle, gracias, joder, gracias, ni en mis mejores sueños pensaba
verte así). Pero el miedo ha dominado y no el quererme no ha venido a verme estos dias.
Me he preguntado esta mañana, ¿Por qué no te has querido más estos días? He encontrado dos razones.
El miedo ha sido desde el principio dueño y señor, ocultado en la tristeza y en el dejarse llevar. He estado flojito y no
se sido capaz de dar un paso atrás para ver con mas claridad y coger aire. Y
dos: quede claro que ciertos miedos, muchísimos en realidad, que aunque
irracionales son perfectamente humanos. Es de lo que hablo, de lo que me ha
pasado. Por tanto pueden que sean idas de olla pero se merecen la empatía de
quien esta ahi (porque a todos nos puede pasar, y que coño, nos pasa) y eso
tampoco lo he tenido de principio.
Lo cual no es malo de por si. ¡No! Una de las conversaciones
mas lindas y reconfortantes (puede que duela) es aquella en la que explicas un
sentimiento, un miedo, que te aleja y pone triste y la otra persona, que no lo veía,
llega a verlo y acaba entendiéndote (aunque
sea parcialmente) y la charla con un abrazo.
Puede que ocurra lo contrario, que ese sentimiento
irracional no sea tan humano, aunque lo querías ver así, y la otra persona
te razona tu error hasta que eres consciente de él, que es mayor del que creías
de inicio. Y entonces si todo es como tiene que ser entre estos dos seres
humanos, vuelve a surgir el abrazo, la cercanía.
Pero para que toda esta conversación se produzca de esta
manera, como no, hay premisas: las mutuas ganas de entenderse y, por supuesto,
el cariño.
Que lo hay.
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